sábado, 10 de agosto de 2013
ESTAMPA
Días cargados
de chiltota y torogoz,
empapados de nostalgia
y puritos recién sacaditos
de las manos de las chelitas.
De vez en cuando un jinete
con sombrero y alforja
pasea su caballo.
Alejandro espera la llegada
de los tepeúa y Teomikistli
para descansar.
Victor con la ayuda de Tonal,
Metzti e Ixchebel-Yak
refleja en sus cuadros
barrios y calles mientras
la Iglesia chelita también,
por las noches iluminada
se ve cipota y radiante.
Los portales testigos mudos,
despiertos al bullicio
de los pobladores.
Fuera de las motonetas
y los buses
el pueblo conserva su encanto,
su imán, su ¡mejor aquí me quedo!
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