viernes, 26 de abril de 2013
DE BOCA EN BOCA
La plaza agitada
no durmió esa noche.
Los árboles consternados
no movieron sus hojas
en señal de luto.
Las mangueras sin avisar
llegaron a lavar
el rojo cuscatleco
de los soles.
El murmullo repetía:
¡por la sangre de los caídos!
ENAMORADO DE LA LUNA
El opaco crisol
no permitía ver
el intenso dorado
de la luna,
que como hostia
repartía el trigo
entre los humanos
descendientes
de los astros.
Suspendida
en señal
de agradecimiento
a la tierra,
era objeto de verso
y sentimiento.
Y el eterno payaso
siguió enamorado
y salió
a su singular encuentro.
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